jueves, 22 de enero de 2009

LOS AMORES DE MARÍA ANTONIETA


El matrimonio
En 1777 aún no se había consumado el matrimonio de Luis XVI y María Antonieta. El peligro que acechaba a la reina, rodeada de jóvenes galantes, era evidente. Algo se tenía que hacer. Ese año visita Francia José II, emperador de Austria, junto a su madre María Teresa.
Nuevamente la madre de María Antonieta le hace ver que tiene que hacer algo. Su hermano también hace lo mismo. Le dan buenos consejos, aunque ella poco los toma en cuenta. Deseaban que fuese una reina dedicada, trabajadora y razonable, pero María Antonieta como que no era de ese carácter.
Si bien no lograron mucho en sus consejos, lo que sí lograron fue que con sus reflexiones condujeran a María Antonieta a la consumación del matrimonio. El 19 de diciembre de 1778 nacería una princesa y, aunque no era el ansiado heredero al trono, las fiestas fueron innumerables.
María Antonieta, al menos algo había cambiado, aunque no de todo. Cariñosa y amable, sintió desde el primer momento los impulsos del amor maternal, pero no por eso abandonó su vida de diversiones. Las reuniones del Trianón continuaron. Los despilfarros siguieron igualmente y en mayor cantidad. Los cargos y el dinero todo esto implicaba para María Antonieta fueron una de las causas más importantes de la impopularidad de la reina.


En 1778 empieza a frecuentar las reuniones de la reina un noble sueco: el conde Hans Axel de Fersen. Estudia y viaja por Europa y se detiene en Versalles. Conoce a la reina, se interesa por ella y empiezan las murmuraciones. No se sabe a fondo con certeza la cuestión de las relaciones entre Fersen y María Antonieta; de lo que no cabe duda es la ayuda y gran consuelo que le dio durante sus tiempos de desgracia.

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